domingo, 7 de noviembre de 2010

DECLARACIÓN DE INTENCIONES



Soy freudiano por excelencia. Estoy de acuerdo con la mayoría de las teorías de Sigmund F. Bueno, con casi todas...pienso que el enfoque, tanto de su doctrina como de sus terapias, es definitivamente práctico, en su época y también en estos días en que vivimos.

La experiencia me ha enseñado que el sexo es el motor principal que mueve el mundo. Entre otras cosas, sin sexo dificilmente podría yo estar escribiendo estas líneas. Aunque, si proliferan los matrimonios homosexuales, cada vez irá habiendo menos ciudadanos que puedan leer las ideas descabelladas que se les ocurran a los, no muy cuerdos, escritores de estos espacios denominados con el anglicismo 'blog'. Y como principal impulsor de la humanidad, necesariamente tiene que estar impreso en cada célula del organismo humano. Cada centímetro de nuestra piel responde al impulso sexual, de manera que basta tomar la mano de la persona deseada –reparar en que no he escrito 'amada'– para que se pongan en marcha todos los mecanismos que elevan la líbido preparando el cuerpo para el goce supremo –por mucho que se empeñen no hay otro placer comparable–.

En mi preadolescencia había pocas ocasiones para tomar la mano de una mujercita de una edad similar a la nuestra. Pero esas pocas oportunidades se te quedaban clavadas en el corazón y te hacían reproducir artificialmente aquella impronta momentánea, pero muy intensa. El roce de la piel de una mujer con la tuya, era ver el cielo y las estrellas, sobre todo si la mujer era de nuestro agrado, aunque, en multitud de ocasiones, te hubiera dado igual ocho que ochenta con tal de satisfacer tu necesidad de equilibrar las hormonas. Ahora, las adolescentes están anestesiadas en esos principios del placer sexual, porque esos estímulos ya no las hacen ni cosquillas. Antes se bailaba 'agarrado' para satisfacer, de alguna manera, los deseos sexuales, que no se podían llenar de ningun otra manera. Ahora a nadie se le ocurre bailar pegado, si no se va a acabar la fiesta en un rincón a buen recaudo de miradas indiscretas. Aunque ahora el morbo de hacer el amor en un parque, a la vista de los paseantes, se la pone a la juventud. La razón es que ya no necesitan sucedaneos porque tienen el producto genuino siempre que quieren, y, muy probablemente con la que quieren.

Nosotros teníamos que montarnos el show en los incómodos automóviles utilitarios, que se merecieron una canción que andaba en boca de todos, una de cuyas estrofas rezaba: «¡Qué dificil es hacer el amor en un Simca 1000!».




Todas aquellas dificultades, verdaderamente no han servido para que la gente aprenda lo que tiene que saber para satisfacer a una dama, razón por la cual me propongo explicar algunos de los principios del amor sexual, para enseñanza de los muy elatos adolescentes, que se creen que lo tienen todo dominado.

Para comenzar con esta serie de 'entregas', os referiré una anécdota que puede ilustraros sobre el nivel de conocimientos que tienen los jóvenes sobre sexo, por muchos programas de educación sexual que promueva cada gobierno.

Érase que se era, una adolescente a la que había violado un compañero de clase. El pastel se destapó porque una amiga de su madre la oyó contárselo a una amiguita., sin reparar en que la estaban escuchando. Cuando se enteró la madre de la 'afectada', la hizo confesar a bofetones quién había sido el causante de su temprano placer sexual. El defensor, pasándose en sus atribuciones y queriendo demostrar la inocencia de su defendido, le hizo enseñar al juez sus atributos sexuales. El argumento que el letrado exhibió a la vista del tamaño del pene del chico en estado de flacidez, fue obvio: «Señor juez. ¿Ud. se cree que con ese pingajillo que este pobre muchacho, al que defiendo, posee entre sus muslos, se puede violar a una muchachita?» Cuando la niña oyó aquello, se levantó y exclamó con sobrada indignación: «No, señor juez, con esa, no. Me violó con la que tenía en los servicios de la estación».



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