martes, 9 de noviembre de 2010

LOS CIMIENTOS



En España, desde que yo era adolescente, era tabú hablar de ciertas cosas. La principal, el sexo. En las familias de la España confesional, no se hablaba de sexo. Y, claro, lo teníamos que hablar en la calle. Pero muy descafeinado, muy por encima, y muy mentiroso. No existían revistas subidas de tono, ni se vendían películas se sexo explícito. Así que, cuando hacías una excursión a Biarritz,  venías cargado de ‘Lui’ y de ‘Paris Hollywood’que guardabas glotonamente debajo del colchón para que no lo descubriera tu madre.
Sólo existía una clase de sexo, el que se ejercía dentro del matrimonio eclesiástico y sólo con la intención de procrear. Todo lo demás era punible y pecaminoso. Con el paso del tiempo y la llegada de la democracia, las cosas referentes a la materia han ido cambiando, pero no demasiado. Se habla de sexo, pero más con afán tendencioso, que con intención educativa. Y se ha pasado ‘de la risa al llanto’ como Roberto Font, que era un caricato de los 40 – 50 que comenzaba contando una historia tristísima, con la que todo el mundo lloraba, y, poco a poco, iba dándole la vuelta a la tortilla, y la historia penosa se transformaba en hilarante. Él empezaba llorando y acababa riendo a carcajadas. Justo en lo que se ha convertido la historia del sexo en España, del llanto a la risa. De la tremenda represión y el complejo de culpa, a la más abyecta permisividad y a una exhibición vergonzosa en todos los medios de comunicación. En los colegios, las clases de sexología producen sonrojo, y acaban regalando preservativos a los adolescentes imaginando que les están haciendo un favor. Nada sustancioso, ninguna idea de enseñar, ningún afán didáctico. Con el sexo pasa como con la enseñanza en general y con la droga en particular. No se ha implantado la venta libre, porque no es electoralista, pero se vende y se consume a la luz del día y la policía hace la vista gorda.




En las clases de sexología, más que enseñar lo que es el sexo, cómo se guisa y cómo se come, se enseña a que hay que hacer para no dejar a una niña embarazada, o, en caso de las crías, lo que tienen que prevenir para no quedarse. Nunca han explicado nada parecido al amor; el amor lo separan del sexo como si no tuviera nada que ver.
Nunca han explicado –ya va siendo hora– los entresijos del sexo en solitario, y del sexo en pareja. Y jamás han contado cómo, por qué y cuándo, uno u otro. El sexo en solitario es una práctica inherente al género humano y a la mayoría de los animales de la escala zoológica. Desde que el ser humano nace, empieza a madurar sus órganos sexuales, hasta que llega a la época fértil –muy temprana por cierto. El otro día leí de una niña de diez años que acababa de dar a luz un bebé–. Y desde temprana edad se ejercen juegos sexuales tendentes a descubrir el sexo propio y el de los demás. En cuanto el ser humano llega a una edad determinada, y descubre sus órganos sexuales, empieza a darse cuenta de que producen placer. Y también empieza a percibir estímulos eróticos cuando ve a sus padres desnudos o a sus hermanos. Es bueno que en esta época, el niño empiece a experimentar la normalidad de ver a su familia desnuda, sin ningún reparo, para no empezar a fabricar tabues inútilmente. En esta época es cuando, la mayoría de las veces, se empieza a reprimir el sexo en los niños, alegando que no está bien o que no es conveniente o adecuado. Nada más fuera de la realidad. Una cosa es la permisividad total, principio de las adicciones. Y otra muy diferente es aleccionar sobre el sentido y la conveniencia de cada acto sexual.


Limgam y yoni en la sexualidad Híndú

En medio de la antigua represión y ante la falta de explicaciones por parte de los que sabían más que tú, te veías obligado a aprender por ti mismo o experimentar con primas, parientes cercanas o empleadas de hogar, y luego transmitir tus conocimientos a tos compañeros y amigos.
Ahora  los chicos lo tienen todo contralado y saben más que nadie de sexo. Incluso se ríen cuando intentas explicarles algo de lo que a ti te ha servido para mejorar tus conductas. Ni una cosa, ni la otra. Tan perniciosa es la total falta de información, como la información mentirosa, sesgada y tendenciosa. Quedémonos en el punto medio, que es donde siempre reside la virtud. Y empecemos la casa por los cimientos, para ir subiendo el edificio, piso a piso, hasta colocar el tejado, y, como antiguamente, una bandera de España en todo lo alto.

1 comentario:

  1. Bueno, espero que sigas con el blog, pues está parado. Me gustaría que fuera un recurso para los médicos jóvenes y no tan jóvenes en formación. Y con esos cuadros tan maravillosos. Te hemos en lazado desde Hipocrates a día de hoy. Una médico de cabecera, que recibimos muchas consultas sobre este tema.

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